Tengo 28 años de vida, y son pocos los momentos que recuerdo de haber tenido la cabeza en silencio, esto quiere decir, soy adicta a la música, al ruido, a todo aquello que me impide pensar, tal vez por el miedo a sufrir, a atar cabos, a vivir.
Hace unos días, me puse a ver varias entrevistas de Ricky Martin (mi príncipe azul), y por primera vez dejé de ver dichas entrevistas estupidizada por su sonrisa, para prestar atención al contenido de su discurso. vi el gran énfasis que puso a estar en silencio para llegar a grandes decisiones y estar en paz con su yo interior.
Entonces comencé a pensar en que hace mucho tiempo no estoy en silencio. Siempre busco el caos del mundo para meterme en cosas sin importancia y no tener un rato conmigo misma, pero básicamente con Dios. Digamos que esto del silencio implica la parte espiritual, y de una u otra forma, he estado huyendo de Dios y de sus mensajes directos en mi consciencia para justificar las malas decisiones y la melancolía que se ha apoderado de mi últimamente.
Por eso tomé la decisión de alejarme un poco del mundo, y sólo enfrentarme a éste, mi blog personal, para sacar algunas cosas sobre las que hace rato quería reflexionar, y que había estado evadiendo con cualquier distracción sin importancia.
Así que decidí retomar mi camino espiritual, mi lectura, mi escritura, y sobre todo mi relación con Dios. Entiendo bien por qué Ricky es tan enfático con el tema del silencio... en realidad siempre lo supe, es sólo que a veces me doy algunas treguas para portarme digamos "mal" y muchas otras para no pensar y no reflexionar sobre ciertas cosas que han ocurrido en el transcurso de mi vida, y que para bien o para mal, han hecho de mi lo que soy.
Creo que el silencio es una buena manera de limpiar el alma, es una buena forma de enfrentar los errores, los miedos, las cosas incorrectas y los malos permisos que uno mismo se da de vez en cuando, depurar un poco la gente que te rodea, buscando únicamente estar al lado de seres de luz y amor.
Siempre le he dicho a aquellas personas a las que les doy tan buenos consejos, que la felicidad no debe depender de otra, u otras personas, sino de uno mismo. Hoy que lo pienso, me parece que me falta algo importante, mejor dicho, lo más importante en esta teoría...Y tiene que ver con Dios...
Me falta solo un pasito para limpiar el alma, y es retomar plenamente mi relación con Dios, y mi disciplina espiritual. Creo que la felicidad es un asunto infinito, no tiene forma, y mucho menos debe depender de las circunstancias. Y es por eso que pienso que la única forma de convertir la felicidad en un estado y no en simples momentos, es llenando el corazón de un ser con esas mismas características: infinito, sin forma definida, sólo lleno de luz y amor... o sea DIOS.
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